No siempre se ve la claridad deseada. Se intenta evaporar los momentos molestosos, pulsos cardíacos exagerados, pero sobre todo se agita el cuerpo sobre cada corazón pernicioso y cruel. Es el verano en Berlín, un período que todos esperamos , deseamos y hasta contamos con los dedos. La gente en las calles muestran sus mejores sonrisas , después de quitarse el pegamento frustrado que para algunos significa el invierno. Es como cambiar de sintonía , pero fieles como escuchas, no dejamos de oír los mismos sonidos que la naturaleza tiene y nos entrega sin costo adicional todo el año. El disfrutar de la vida no es una carta postal , es amanecer y respirar el día con el cual amanecemos, quizá el olor sea irrepetible o tendrá su copia el día que tengamos realmente en nuestros deseos ,volverlo a repetir, sin embargo no será igual. De mi frustración de pequeño por desearme conducir una bicicleta , la he solucionado , luego de mucho tiempo en ésta ciudad , viendo con otro ojos mi alrededor, respirando las esquinas que cambian de dueño y se encarecen, mientras los bancos producen más especulaciones en las bolsas de valores, miro sin observar el instante que los segundos y minutos se evaporaron esperando el cambio de luces delante del semáforo.
Pensamos que producir significa "MÁS" y pensar a detener el mundo es "perdida de tiempo", entonces cuándo nos deleitamos ante el único momento irrepetible que hoy tenemos?. Berlín es el templo de pensamiento de hoy, de una generación ausente de caminos por andar y la ciudad sencillamente se traga cada día si no estamos en la balanza que nos mueve todos los días con diferencia, de ánimo, de 24 horas que a veces son 48 horas, del respiro invernal, de primavera, verano u otoño.
El valor del respiro no se encadena al tiempo si lo deseamos , la nueva colonización puede ser cualquiera, actúa sin deseos claros, como esclavizados que somos del tiempo, tenemos sólo un afán... llegar a la meta, pero cual meta? cuando no respiramos un instante, como llegar hasta los segundos, minutos y horas?
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