jueves, 31 de enero de 2013

DE LUJO CON EMPAQUE DE POBRE

No es un aviso publicitario ni una nueva marca de crema para la piel. tampoco un hecho concreto sino la repsuesta a lo que quizá sea el nuevo tiempo en Europa, en Alemania, en Berlín. La pobreza con  mirada desde afuera y la riqueza experimentada  todos los días desde cada esquina del pensamiento y la realidad.
En Berlín se puede encontar cada día objetos desechados por algunos y recogidos por otros, hablo de mesas , sillas, electrodomésticos  y simples vasos y jarrones que ocupan otros espacios en otras casas o apartamentos. Realemnete quien no quiera comprar muebles y muchos otros objetos que  aveces se necesitan en una casa como un banco. Quizás por el consumo y el costo que significa reparar lavadoras o televisores en Alemania (hoy los aparatos electrícos tienen en Alemania un límite de existencia ; cinco años), quien no tiene dinero para amueblar su casa , sale a la calle y recorre (cuando el tiempo meteológico y cerebral lo permite), encontrando a veces verdaderos tesoros, incluso históricos. A las personas que no nos marca  el consumo de la moda, es un repiro saber que lo material tiene un límte para quienes consumen con agobio social. Entonces están repartidos así lo "socialmente consumados" sin costo alguno, copando necesidades cotidianas de la vida. El problema es que cada cierto tiempo , se consume más de lo que se necesita y Alemania se llena cada vez más  de aparatos electrícos, celulares  o automóviles, considerados basura que invaden puertos como Hamburgo y terminan llegando a Africa , contaminando aguas de canales potables, construyendo montañas de químicos "exportados desde Europa" y repitiendo así un círculo visioso de consumo de metales africanos que terminan en objetos inservibles como celulares europeos con diseños de "exportación".
En Hamburgo existe una policia portuaria que vigila el arribo y desembarco de contenedores que se envían o reciben desde o para Africa, pero ser minucioso en su revisión es un trabajo que implica más  personal ( la ciudad no puede pagar) y "toda ley tiene su trampa". En Belín no hay una oficina que trabaje por la clasificación y vencimiento de tales aparatos, es por ello que su envío hacia otros destinos (inclusos) europeos es un ahorro para las comunidades que no tienen visones de consumo social.
Berlín tiene varíos recolectores de objetos desechados , pero es más fácil colocarlos delante de    las entradas de los edificios, colaborando por un lado con una economía informal ( muchos de  los relocetores provienen del Este de Europa) y por el otro ahorrandose el translado o envió de cosas "inservibles" para unos y de servicio social para otros, complejo panorama que nos hace pensar antes de compar , si realmente necesitamos lo que compramos o compramos por moda.

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