lunes, 25 de noviembre de 2013

BERLIN: ENTRE VIENTOS SIBÉRICOS Y ARCOIRIS INESTABLES

El primer centro de familias  (para parejas de lesbianas y homosexuales con hijos) en Alemania , existe desde el fin de semana y con él , la pregunta de siempre, qué tan tolerantes son los políticos y sus caducas definiciones de FAMILIA, la implementación de leyes que beneficien a parejas del mismo sexo, no es una realidad tangible, a pesar de los pagos de impuestos, deberes y más obligaciones que exige el estado para sus habitantes no concuerda con sus beneficios como ciudadano. La doble moral del gobierno que encierra en sus filas a homosexuales y lesbianas con cargos importantes y decisivos desde hace dos décadas , no agilizando los derechos civiles de quienes convivimos como humanos un espacio geográfico , llamado ALEMANIA.
Tanto "Die Grünen" (Los Verdes), como Die Linke (La izquierda) o la SPD (Democracia Social Alemana) apuntan muy lejos para apostar por cambios civiles que los grupos minoritarios reclaman , sin fuerzas suficientes para beneficiar las posteriores generaciones de hijos y padres que deambularán en el futuro próximo y sin legalidad en un mundo instantáneo. Las uniones civiles en Alemania de homosexuales y lesbianas no le permite tener derechos básicos , como ocurre en una unión heterosexual, mientras  desde Berlín, se grita justicia para el resto del mundo, una implementación que en casa aún falta, quizá porque las nuevas generaciones de los afectados, son apáticos a manifestarse en contra de tales hechos que mantienen reflejos claros en un país con consecuentes críticas a su modelos políticos, sociales y culturales. Alemania apenas reconoce que es un país de migraciones, poco habitado, poco REPRODUCTOR de genes y existencias vitales para su futuro. Berlín no evoca las decisiones de sus ciudadanos y sus cambios desde la última elección para parlamentarios y cancillería, demuestran que hay divorcios claros entre los políticos y los ciudadanos, pero tampoco hay claras propuestas de los grupos civiles afectados como ocurrió en su pasado cercano. 
El galope de entidades por adquirir reconocimientos públicos no son definiciones claras de sus aceptaciones públicas, los alemanes retroceden en su legalidad y sólo las  metas conjuntas pueden catalogar más tolerancia social en un país que fuera de sus fronteras se define como "democrático y defensor de los derechos humanos" y en casa aún no define sus políticas culturales , aceptando sus diversidades humanas y la de sus habitantes. Todos los partidos políticos en Alemania funcionan de acuerdo a las olas personificadas por sus líderes y ausentes de cambios fundamentales en un mundo que vive a diario constantes cambios climatológicos , en un mundo que diversifica informaciones , pero no profundiza en acciones lo que  en silencio reclamamos desde  un reproductor de ideas pero cercanos a acciones organizadas para proteger los ciudadanos en general.