Crecí con sabor a radio, iniciando mi salida hacia la Escuela Pedagógica de Barranquilla, los lápices de marca Farbe olían a madera y los cuadernos debía estar forrados en plástico de colores diferentes, mis zapatos Croydon debían ser usados por año, y mi merienda de recreo era hecha en casa, nunca bebí Coca cola ni bebidas gaseosas, porque en casa se hacía diariamente jugos de piña, de mango guanabana o papaya.
Radio en sintonía desde la seis de la mañana era mi diversión y escuchar la Sonora Matancera, Toña La Negra u Olga Guillot me despertaban entre los mataratones y el calor de 30 grados con Pega Egga me levantaban hasta llegar a la calle 72 con carrera 40 se abarrotaba de buses de madera el insoportable olor a gasolina, mientras los maestro se preparaban para ausentarse y manifestarse contra el gobierno y nos quedamos jugando en el inmenso patio tropical de una institución pública que aún recorren con sus olores mis recuerdos...
Radio en sintonía desde la seis de la mañana era mi diversión y escuchar la Sonora Matancera, Toña La Negra u Olga Guillot me despertaban entre los mataratones y el calor de 30 grados con Pega Egga me levantaban hasta llegar a la calle 72 con carrera 40 se abarrotaba de buses de madera el insoportable olor a gasolina, mientras los maestro se preparaban para ausentarse y manifestarse contra el gobierno y nos quedamos jugando en el inmenso patio tropical de una institución pública que aún recorren con sus olores mis recuerdos...
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